miércoles, 7 de agosto de 2013

Aedan, el jinete sombrio II (relato propio)

Tras 2 semanas cabalgando a través de bosques llegue exhausto a una pequeña aldea que no conocía, al llegar a sus puertas las fuerzas me fallaron y caí desmayado al frío suelo. Tras lo que me habían parecido 5 minutos desperté con un gran dolor en la espalda y un hambre voraz, me encontraba en una tosca cabaña cubierta de pieles en un extremo k supuse seria la puerta y troncos de madera en los otros, recogí mis ropajes y mi espada y Salí de la cabaña, cuando salí me quede fascinado con la vista pues me encontraba en una aldea en la que todo el mundo trabajaba por igual, pero no era el trabajo lo que me llamaba la atención si no como lo llevaban a cabo. 

Unos encendían hogueras con lo que parecía fuego saliendo de sus manos, otros sembraban semillas que mediante enérgicos movimientos arriba y debajo de sus brazos crecían en cuestión de segundos, otros  cerca del río envolvían en burbuja peces para alimentarse y los demás  se dedicaban a los quehaceres de la vida usando esos extraños poderes. Una niña pequeña se acerco ami y me tendió la mano, yo la salude y la acepte, en ese mismo instante un fuerte aire que creía me arrancaría la carne de los huesos nos llevo instantáneamente a  el interior de otra cabaña mas grande que la primera. En un rudo trono de madera se sentaba un gran hombre con pieles de animales en los hombros y grandes colmillos sobresalientes de su boca. Empezó a hablar en un dialecto el cual me era desconocido, el al ver mi expresión de desconcierto empezó a hablar en un idioma que llegaba a entender y me dijo que que hacia allí, como lo había encontrado si aquel pueblo era un escondite secreto de su tribu durante mucho eones, le explique que llegue por accidente y a continuación de conté la historia de por que llegue allí. Conmovido me dijo que me ayudaría a acabar con mi padre y que  me enseñarían a usar esas increíbles dotes de las que hacían gala continuamente pero con la condición de que transmitiera sus enseñanzas a un discípulo para que aquella magia nunca desapareciera. Tras duros meses de entrenamiento conseguí dominar el arte del fuego, aire, agua y tierra pero cada prueba que me impusieron se cobro una deuda basada en carne. La del fuego me arranco los dedos y los sustituyo por garras. La del agua transformo mis ojos dotándome de una visión muy superior a la que tenia antes, la tierra sustituyo mi pelo por largas ramas que podía usar a voluntad y el aire agilizo mi cerebro con el que ahora podía abarcar muchos pensamientos que hasta ahora me eran desconocidos. Llegada la hora partí hacia mi casa con mis nuevos poderes, pero antes de eso el jefe de la tribu me entrego la espada de los elementos. Un arma dotada de el poder de todos los elementos, su hoja era una fusión de colores vivos y su empuñadura se ajustaba perfectamente a mi mano, también todo a mi caballo de fuertes piernas y cuerpo y una larga crin roja que le hacia destacar. Cabalgue velozmente hasta normijem donde aguardaba mi padre mi regreso torturando mientras a sus súbditos.

 Al llegar vi el miedo en el rostro de la gente y como el temor azotaba sus mentes preguntándose quien seria aquel jinete encapuchado. Irrumpí en la sala del trono , mi padre miro asombrado a aquel forastero se levanto empuñando la espada y exigiendo información sobre el, me quite la capucha y desvele mi rostro muy cambiado . al principio no me reconoció pero enseguida se dio cuenta cargo contra mi pero yo era mas rápido, esquive su ataque y nos enzarzamos en una contienda imparable de la que se hablaría en las leyendas, al fin , haciendo gala de mis nuevas habilidades le di la oportunidad de seguir viviendo desterrado del reino pero el no quiso y arremetió contra mi, lo esquive y le di el golpe mortal. Incinere su cuerpo y con un gran hueco en mi corazón me proclame legitimo soberano de aquellas tierras y con un gran grito de ovación
supe que mis esfuerzos habían sido recompensados y que aquellas persona no volverían a sentir el miedo nunca mas.


FIN

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